Seguir a Jesús: Una revolución socio-económica
"El poder político es simplemente el poder organizado de una clase para oprimir a otra" -Karl Marx-.
En la sociedad del siglo primero el 95% eran campesinos pobres y solo el 5% era de la élite, por ello existía demasiada desigualdad social y económica. En la época helenística el uso del término pobres (“ptojos” en griego) era cada vez más frecuente, probablemente por el empeoramiento de las condiciones sociales en las que se encontraban los estratos inferiores de la población (F. Camacho, 1986, p. 56). Además, las sociedades de la antigüedad estaban formadas por una estructura económico-social de patrón y cliente que garantizaba el progreso económico de la sociedad de aquel entonces. En ese sentido, E. Stegemann y W. Stegemann (2001) afirman que:
En la cima de las sociedades del Imperio
romano se encontraba una restringida élite rectora, caracterizada -según la
concepción de los autores antiguos por el origen noble, por el ejercicio de los
cargos públicos, por la riqueza y por la consideración. Esta clase dirigente ha
de ser entendida, por consiguiente, bien como élite política (los poderosos) y
económica (los ricos), bien como élite de prestigio (los notables). Frente a
ella se encuentra la masa de la población, caracterizada por la falta de los
rasgos sociales que distinguen a la élite [La gran mayoría, el 95% representaba
a las población pobre] (p. 88). Así era como la sociedad mediterránea del primer
siglo mostraba grandes brechas de desigualdades socio-económicas entre ricos y pobres; este era el mundo en el que el evangelio de Jesucristo irrumpió revolucionariamente con el propósito de invertir el estatus quo a un nuevo orden social.
Por ello, el versículo 3 del capítulo 5 de Mateo según
la biblia Nueva Versión Internacional contiene una bienaventuranza que, según lo
que estamos diciendo, representa un discurso subversivo frente a la élite
económica romana y judía, porque en este relato los pobres no son los humildes que se sienten
como mendigos ante Dios, ni los que por el guía del Espíritu Santo se han hecho
pobres renunciando a las posiciones económicas sociales, sino se refiere a los
que según el antiguo testamento son los socialmente postergados y oprimidos (J. Schmid, 1973,
117). Como B. Malina y R. Rohrbaugh (1992) afirman que:
El término griego traducido en Mateo por
«pobres» [“Ptojoi” en griego] debería ser entendido en términos concretos […] Ser
pobre significaba ser indefenso, carecer de recursos, estar en peligro de
perder el estatus debido al nacimiento. En una sociedad en la que el poder
proporcionaba riqueza, ser pobre significaba carecer de poder y ser vulnerable
a cualquier pérdida. Significa estar a merced de los ricos depredadores. A
causa de esto, son socialmente vulnerables (es decir, desde los puntos de vista
religioso, económico, político y doméstico). Los mutilados cojos, ciegos, etc.
son «pobres» (p. 393). Los pobres o “ptojoi” en la sociedad mediterránea del
siglo primero son los que no tienen ni el mínimo vital para el sustento diario,
a estos hace referencia la bienaventuranza de Mateo 5, colocándolos como modelo de espiritualidad en el seguimiento de Jesús.
En
conclusión, seguir la propuesta del discipulado en el sermón del Monte no es
una apología a la pobreza, sino que es una invitación a practicar radicalmente una
espiritualidad comprometida con los pobres y últimos del estrato social,
buscando un compromiso continuo para evitar la tentación de la autoafirmación
de la riqueza y el poder económico, social y religioso. Seguir a Jesús en esta perícopa bíblica es una actitud de compromiso colectivo de adherirse al proyecto para la
transformación de las estructuras sociales que se oponen a los más vulnerables
de las sociedades, eliminando todo tipo de desigualdades sociales y económicas
que cada vez más se acrecientan con la expansión del neoliberalismo en nuestra
aldea global (E. Arens, L Ascenjo y M. Díaz, 2017, p. 182). Seguir a Jesús es una invitación a comprometerse política y socialmente, desde el fenómeno religioso, con la emancipación de quienes sus derechos han sido negados por modelos ideológicos, políticos y económicos que enriquecen a unos cuantos (ricos), pero acrecientan desigualdades entre los más pobres.
BIBLIOGRAFÍA
- B. Malina y R. Rohrbaugh, (1992). Los evangelios sinópticos y la cultura mediterránea del siglo I. Verbo Divino: Navarra.
- E. Arens, L Ascenjo y M. Díaz, (2017). El que quiera venir conmigo: Discípulos según los evangelios. CEP: Perú.
- E. Stegemann y
W. Stegemann (2001). Historia social del cristianismo primitivo. Verbo divino: España.
BIBLIOGRAFÍA
- B. Malina y R. Rohrbaugh, (1992). Los evangelios sinópticos y la cultura mediterránea del siglo I. Verbo Divino: Navarra.
- E. Arens, L Ascenjo y M. Díaz, (2017). El que quiera venir conmigo: Discípulos según los evangelios. CEP: Perú.
- F. Camacho, (1986). La proclama del reino: Análisis semántico y comentario exegético de las
bienaventuranzas de Mt 5, 3-10. Cristiandad: Madrid.
- J. Schmid, (1973). El evangelio según san Mateo. Herder: Barcelona.
Renzo Díaz Camacho
Teólogo
Amigo mío espero que sigas aportando con tanta pasión a este contexto que no se aleja de lo que públicas.
ResponderBorrarMe parece interesante el artículo, sin embargo la propuesta "política" como alternativa de ayudar a salir de la pobreza es muy escueto.
BorrarUna invitación a replanterse lo que es ser discípulo de Jesús, y un desafío para ser la Iglesia de Jesús, es decir, la que opta radicalmente por su Proyecto
ResponderBorrar